martes, 1 de enero de 2019

Cuento de Pinocho


Un anciano y buen carpintero vivía solo en su pequeña casita. Como tenía tantas ganas de compañía, construyó un muñeco de madera, y quedó muy complacido al contemplar su obra. – Te llamarás Pinocho – decidió, ahora ya tengo un hijo que me haga compañía, dijo. Pero – suspiró – jamás podré verte andar, pues eres un niño de madera.



Esa noche, sin embargo, mientras el carpintero dormía, llegó a su morada el Hada Ilusión y tocando con su varita mágica a Pinocho le dio vida. Y le dijo: - Ahora, deberás ser bueno y obedecer a tu papá. El Hada desapareció, y el anciano al despertar se llenó de alegría viendo a Pinocho correr y saltar. 



– Tendrás que ir a la escuela, como todos los niños. – le dijo. Lleva tu ABC. 
Pinocho echó a andar muy contento, pero por el camino se encontró con el zorro y el gato, dos conocidos bandidos. Ellos le dijeron: 
- No vayas a la escuela, Pinocho. Ven con nosotros a jugar por ahí. ¡Nos divertiremos mucho! Pinocho olvidó las recomendaciones de su papá, y en vez de ir a la escuela se fue en pos de aventuras con los pillos.



El zorro y el gato no fueron a jugar. Más bien, vendieron a Pinocho al dueño de un circo. Allí, el público se divertía mucho viendo bailar, hablar y cantar a un muñeco de madera. Todo el escenario se cubrió de monedas como premio a la actuación de Pinocho. El más contento de todos, por supuesto, era el dueño, porque había encontrado en el muñeco la mayor atracción de su circo.



Cuando llegó la noche, encerró a Pinocho dentro de una jaula. – Así no podrás escapar – le dijo. Y me harás ganar mucho dinero … Al verse así, Pinocho se echó a llorar muy triste, pero entonces apareció el Hada. 
– Esto te ha ocurrido por desobedecer a tu papá. Yo te haré salir de esa cárcel, pero tienes que prometerme que en lo sucesivo serás más obediente. 
Pinocho lo prometió así, y en seguida quedó libre y se vio muy contento de camino a su casa ...



Pero en el trayecto se encontró con unos niños malos. Junto a ellos olvidó los consejos de su Hada y en vez de ir hacia su casa, se marchó con aquellos niños. Entonces, apareció el Hada de nuevo. 
- ¿No me prometiste volver a tu casa? – preguntó. 
– Sí, ya estuve allí con papá – mintió Pinocho. 
Apenas dicha esta mentira, le salieron unas enormes orejas de burro, y un gran rabo también, como castigo. Y entonces sí se arrepintió de veras.



Corrió entonces a su casa, pero allí le dijeron que el pobre viejito, lleno de pena por la tardanza de su hijo, había salido a buscarlo por todas partes. Pero se lo había tragado una ballena. “Iré a salvarle!” – exclamó Pinocho. 
Se fue a la orilla del mar y se arrojó dentro de las olas. No tardó en ser tragado por la ballena. Y ya dentro del estómago de ella encontró Pinocho a su papá. Ambos se abrazaron llenos de alegría. 



- ¡Tenemos que salir de aquí! Construiremos una balsa y enseguida encenderemos fuego dentro de la ballena. 
Así lo hicieron. Y cuando la ballena estornudó fastidiada por el humo, Pinocho y su papá fueron lanzados lejos de ella y se pusieron a remar muy deprisa, para alcanzar la playa.



El papá de Pinocho no se cansaba de abrazarlo. Y, para que la felicidad fuera total, apareció el Hada Ilusión, quien tocando con su mágica varita al muñeco lo convirtió en un niño de verdad. 
– Seré siempre un niño bueno y obediente – prometió Pinocho, y así lo fue de veras. 
En adelante, su conducta fue ejemplar, y vivió siempre feliz al lado de su querido papá.



Fin

Listo, la historia se acaba y suponemos que a Pinocho le irá bien y la pasará genial con amigo grillo que no se le menciona en el cuento.




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