sábado, 15 de diciembre de 2018

Cuento El cerdito volador


Dos alegres enanitos salieron un día de su cabaña, y se dispusieron a cortar leña en el bosque. Llegaron junto a un gran árbol, y a golpes de hacha comenzaron a derribarlo. Ellos no sabían que sobre la poblada copa de aquel árbol se hallaba durmiendo tranquilamente el cerdito volador. De manera que se sorprendieron mucho cuando vieron caer juntos al tronco y al cerdito.  



- ¡Caracoles! ¿Qué clase de pájaro es usted? – preguntó el enanito mayor. 
– Yo no soy ningún pájaro. Soy un cerdito. ¿Cerdito? … Es un cerdito con alas. El enano mayor no estaba muy convencido y dijo: 
- Nunca en mi vida he visto cerditos pájaros. ¿Es algún truco, amiguito? No. Es que yo soy el cerdito volador.



Y así conversaban, cuando vieron llegar al gigante Malombrón. Era tan alto como una montaña, y vivía en un castillo lejano, al otro lado del bosque. También el gigante necesitaba leña, y al igual que los dos enanitos acudía a aquel dispuesto a llenar de ramas un gran saco que llevaba.



Se agachó Malombrón. Cogió un puñado de ramas … Y otro … Y otro más. Pero, sin advertirlo, echó también al saco a los dos enanitos y al cerdito volador, antes que éstos pudiesen evitarlo.



Dentro del saco todo estaba muy oscuro. El enanito mayor protestaba, porque tenía la nariz bajo un pie del otro enanito. Y éste tampoco estaba muy contento, pues sus largas barbas habían quedado aprisionadas entre las ramas, por lo que se encontraba sumamente incómodo. 
– No discutan – aconsejó el cerdito. 
– El gigante se ha echado el saco a la espalda, y ahora nos lleva de camino a su castillo. Esperemos a ver qué ocurre.
Malombrón llegó por fin a casa, y dejó caer al pie de la chimenea todo el contenido del saco. 

Luego, encendió un fósforo y lo acercó a las secas ramas. 



–Pero, ¿Qué está haciendo este bruto? ¡Nos va a achicharrar! – protestó uno de los enanitos. 
–No tengan temor, porque yo voy a evitarlo. – exclamó el cerdito.

Sopló enseguida fuertemente sobre las cenizas del suelo, y éstas fueron a dar a los ojos del gigante cegándolo por unos momentos. 
¿Eh? ¿Qué es esto? – gritaba Malombrón, tosiendo y bufando - ¿Qué ocurre aquí? 



- ¡De prisa enanitos! Suban sobre mi lomo. Antes de que el gigante nos descubra tenemos que salir de aquí, decía presuroso el cerdito.
A la una, a las dos, y a las tres. ¡Upa! – Ya estamos encima, cerdito, - dijo uno de los enanitos. 
– Sí. Pero yo, ¿de dónde me agarro? – preguntó el otro. 



- ¡Alto! – resonó al instante la voz del gigante. – No los dejaré escapar. Y me servirán de cena. 
El cerdito volador pasó por entre las grandes piernas del gigante, y escapó con su preciosa carga por una de las ventanas.



Volando ya sobre las copas de los árboles, se detuvieron por fin en la casa de los enanitos. Los tres amigos comieron entonces juntos, muy contentos por el feliz resultado de su peligrosa aventura. Y, desde entonces vivieron unidos y muy felices.



Fin

Terminado el cuento podemos decir que los dos hermanos enanos se hacen amigos del cerdito volador con tanta facilidad luego de tener una gran aventura con una buena dosis de adrenalina al encontrarse con el gigante Malombrón. Pero el gigante sigue con vida, así que nuevamente él puede volver a ponerlos en problemas. Obviamente unidos, los tres pueden salir sanos y salvos del gigante, pero de todas maneras se corre peligro estando el gigante suelto. Una secuela de la historia sería bueno, pero creemos que aunque tenga huecos argumentales su historia ya terminó de una manera sencilla como todos los demás cuentos clásicos de fantasía. Este cuento es uno de nuestros favoritos y por eso lo mostramos en el blog.


    


3 comentarios:

  1. Era un niño cuando compre este cuento no sabía leer.. Siempre tube curiosidad y hoy en día amis 37 años lo acabo de leer
    Excelente cuento

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