sábado, 15 de diciembre de 2018

Cuento Caperucita roja


Caperucita vivía con su mamá en una aldea lejana. Cierto día, su madre le encargó llevar un pastel a la abuelita, que entonces vivía en su cabaña al otro lado del bosque. 
– ¡Pero no te detengas por el camino! – le advirtió su mamá.


Caperucita roja echó a andar muy contenta, llevando una canastita que contenía el pastel y una botella de vino dulce. 
Iba por el camino, distraída y contenta, saltando y cogiendo flores, pues era un día hermoso. 
Olvidando las recomendaciones de su mamá, la pequeña se detuvo muchas veces para hablar con sus amiguitos del bosque: los pájaros, las mariposas, los conejos y las ardillas, que la saludaban y le hacían gracias, siempre que la veían pasar.


De pronto apareció el lobo. Él deseaba comerse a caperucita, pero como cerca de allí habían algunos labradores, pensó esperar mejor ocasión. Saludó a la niña con fingida bondad y le dijo: 
- ¿Vas a casa de tu abuelita? Pues vamos a jugar. Mira: tú sigue por el camino de la izquierda, y yo iré por el de la derecha. El que llegue primero a la casa habrá ganado la carrera. Será muy divertido. Ya lo verás.


El lobo echó a correr presuroso y llegó primero a casa de la abuelita. 


– Soy Caperucita – dijo, disfrazando la voz. 
– Entra. La puerta está abierta – contestó la anciana, creyendo en verdad que llegaba su nieta.
Pero al descubrir al malvado lobo, corrió a esconderse dentro de un armario y se encerró echando llave por dentro. 
El lobo, entonces, se vistió con el camisón y el gorro de la abuelita, y poniéndose los anteojos de ella, de un salto se metió en la cama.


¡Pum, pum! Llamó a la puerta Caperucita. 
– Entra, la puerta está abierta, dijo el lobo, imitando la voz de la anciana desde la cama. 


Pero la niña notó algo extraño en la ancianita, y le dijo: 
- ¡Abuelita, qué ojos tan grandes tienes! 
– Son para verte mejor, hija mía – dijo el lobo. 
- ¡ Abuelita, qué manos tan grandes tienes! 
– Son para acariciarte mejor, mi niña. 
- ¡Abuelita, qué boca tan grande tienes! 


- ¡Es para comerte mejor! Gritó el lobo abalanzándose sobre la niña. Pero un cazador, que llegó en el preciso momento, disparó contra el malvado lobo antes que pudiera conseguir su propósito de comerse a la Caperucita. Y lo mató. 


En seguida, salió la abuelita que temblaba dentro del armario, y sentándose a la mesa los tres, comieron el sabroso pastel y tomaron el vino preparado por la mamá de la Caperucita roja. Y colorín colorado, este es un cuento acabado.


Fin

Obviamente, claro que no es un cuento acabado. Aún falta saber que hizo el cazador con el cadáver del pobre lobo, puede que luego de disfrutar el sabroso pastel se haya llevado al bosque. 

Y luego de visitar a su abuela, la Caperucita roja debería regresar a su casa después de esta experiencia con el temible lobo, pero sin embargo la pregunta es ¿Se fue sola otra vez hacia el bosque? 

La respuesta puede que sea “sí”, debido a que tal y como lo hizo para llegar a la casa de su abuela, nadie seguramente la acompañará para que no vaya sola. Tan poco el cazador puede ser un hombre confiable, solo que en esta ocasión Caperucita y su abuela no se toparon con una persona que les haga daño, al contrario les salvó la vida. Pero, ¿Cómo ha llegado a ese lugar aquel cazador? 

Puede que él haya estado siguiendo los pasos del lobo desde hace tiempo o que simplemente andaba caminando por ahí de manera milagrosa y sorpresiva. De todas formas, si no hubiera aparecido ahí, la pequeña protagonista y su abuela hubieran sido devoradas por aquel malvado lobo.



     

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