Don perrito estaba en su casa leyendo un buen libro. Pero como se aburría, pensó que sería buena idea salir al campo y subir a explorar la montaña. Pensado y hecho.
Don perrito llegó andando hasta la montaña, pero observó con desagrado que empezaba a nevar …
Como que ya tenía la “nariz” (hocico) casi congelada
y le dolían de frío las “manos” y los “pies” (patas) …
Encontró amparo en una cabaña abandonada, pero …
¡caramba! hacía mucho frío también en el interior de ella.
¡Esto lo arreglo yo en seguida!
Así se dijo don perrito, y salió al bosque dispuesto a cortar leña abundante con la que iba a hacer una fogata excelente.
Se puso a elegir entre los árboles, y no tardó en encontrar el que más le agradaba. Era un tronco bien seco, y que prometía iba a arder muy bien. ¡Manos a la obra!
Y empezó a dar hachazos en la madera.
Así se dijo don perrito, y salió al bosque dispuesto a cortar leña abundante con la que iba a hacer una fogata excelente.
Se puso a elegir entre los árboles, y no tardó en encontrar el que más le agradaba. Era un tronco bien seco, y que prometía iba a arder muy bien. ¡Manos a la obra!
Y empezó a dar hachazos en la madera.
Pero en el interior del tronco tenían su vivienda
dos ardillitas. Dormían tranquilamente la siesta, y de repente se despertaron
bajo el estruendo de los golpes del hacha.
- ¿Eh? ¿Qué es lo que pasa aquí? ¿Es un terremoto?
- ¿Eh? ¿Qué es lo que pasa aquí? ¿Es un terremoto?
No tuvieron tiempo para hacerse más preguntas. Alguien estaba levantando ya el tronco.
Y las ardillitas rodaron al suelo fuera de la confortable vivienda. Entonces vieron a don perrito, el cual, echándose al hombro el madero, se alejó rumbo a la cabaña y se encerró dentro de ella dispuesto a encender fuego.
– No lo podemos consentir – dijeron las dos ardillas.
Y trazaron un plan para recuperar su hogar.
Y las ardillitas rodaron al suelo fuera de la confortable vivienda. Entonces vieron a don perrito, el cual, echándose al hombro el madero, se alejó rumbo a la cabaña y se encerró dentro de ella dispuesto a encender fuego.
– No lo podemos consentir – dijeron las dos ardillas.
Y trazaron un plan para recuperar su hogar.
Subió la mayor de las ardillas a lo alto de una loma
y echó a rodar por la cuesta una bolita de nieve.
La bolita, a medida que rodaba, iba haciéndose más grande. Tomó el tamaño de una pelota.
En seguida, el de un balón. Y siempre creciendo, corría precipitándose hacia la cabaña.
La bolita, a medida que rodaba, iba haciéndose más grande. Tomó el tamaño de una pelota.
En seguida, el de un balón. Y siempre creciendo, corría precipitándose hacia la cabaña.
Entre tanto, la segunda ardillita llamaba a la
puerta.
– ¡Don perrito! ¡Don perrito! Abra usted, que aquí llega una visita.
- ¿Una visita?
– pensaba el perrito.
– No sé quién pueda saber que estoy aquí helado de frío.
Sin saberlo, Don perrito empezaba a caer en la trampa de las ardillas.
– ¡Don perrito! ¡Don perrito! Abra usted, que aquí llega una visita.
- ¿Una visita?
– pensaba el perrito.
– No sé quién pueda saber que estoy aquí helado de frío.
Sin saberlo, Don perrito empezaba a caer en la trampa de las ardillas.
Apenas abrió la puerta …
¡Cataplum! le cayó encima la enorme bola de nieve y
lo derribó, dejándolo casi descubierto. Cuando pudo reaccionar, vio don perrito
explorador cómo las dos ardillas salían de la cabaña tras recuperar su
vivienda.
Comprendió que tenían razón, porque recuperaban lo
que era suyo. Don perrito explorador regresó a su casita, y vivió en ella
tranquilo y contento.
Fin
El cuento se acabó y nos dejó la lección que antes
de hacer algo debemos saber las consecuencias que trae y si en realidad eso
será bueno o malo. El protagonista del cuento no pensó en que ese árbol puede
ser un hogar para animalitos pequeños.
Sin embargo, esas ardillas no debieron hacerle esa jugada tan malévola, porque el protagonista ignoraba que ellos vivían dentro de ese árbol y pensó que no iba a pasar nada si se lo lleva a la cabaña donde él estaba. Además él lo hacía con el motivo de contrarrestar el frío que hacía en ese lugar.
Las ardillas también se equivocaron, debieron decirle educadamente al protagonista que ellos vivían en ese árbol y que por favor se los devolviera.
Estamos seguros que el protagonista hubiera cedido ante el pedido educado de las ardillas, y el cuento hubiera terminado muy bien con los personajes llevándose muy bien luego de lo ocurrido. Bueno, en fin, esta historia es entretenida y que nos podemos dar cuenta que debemos tener cuidado siempre con lo que vamos a hacer.
Sin embargo, esas ardillas no debieron hacerle esa jugada tan malévola, porque el protagonista ignoraba que ellos vivían dentro de ese árbol y pensó que no iba a pasar nada si se lo lleva a la cabaña donde él estaba. Además él lo hacía con el motivo de contrarrestar el frío que hacía en ese lugar.
Las ardillas también se equivocaron, debieron decirle educadamente al protagonista que ellos vivían en ese árbol y que por favor se los devolviera.
Estamos seguros que el protagonista hubiera cedido ante el pedido educado de las ardillas, y el cuento hubiera terminado muy bien con los personajes llevándose muy bien luego de lo ocurrido. Bueno, en fin, esta historia es entretenida y que nos podemos dar cuenta que debemos tener cuidado siempre con lo que vamos a hacer.
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