sábado, 15 de diciembre de 2018

Cuento de la vaca


El lobo estaba leyendo un cuento que trataba de ciertas habichuelas mágicas. ¡Qué tontería! – pensó. - ¿Quién puede creer tal cosa? Nadie. Nadie … como no sea mi vecino el oso, que es tonto de remate … ¡Ohhh! Se me está ocurriendo … 


- Amigo oso: en este saquito tengo habichuelas mágicas. Con solo sembrarlas, te harás rico en pocos días. Te lo aseguro. 
- ¿De veras? 
– Claro. Soy tu amigo, y te regalaré el saquito a cambio de tu vaca. 


- ¿Dices que son habichuelas mágicas? 
– Completamente mágicas – aseguró el lobo. – Toma el saquito, y dame la vaca. 
– Haría el trato, pero … no tengo azadón para cavar la tierra. Sin él, no podré sembrarlas. 
– Toma dinero. Y cómprate ese azadón. Ahora, venga la vaca.


El oso guardó el dinero. 
– Pero, el caso es que me hará falta abono … y  un buen rastrillo … y una azadilla… 
El lobo, aunque a disgusto, le entregó más dinero para comprar todo aquello. También me hará falta una manguera para regar … y un … 
Dijo el lobo, malhumorado, ¿Acabarás de pedir? ¡Aquí tienes todo el dinero que me queda!


Aceptado el negocio, se fue el lobo con la vaca, muy contento por haber engañado al oso con el cuento de las habichuelas mágicas. Y se reía del infeliz vecino. 
– Siempre dije que era un tonto completo. No se le ocurre a nadie dar una vaca a cambio de unas pocas habichuelas. ¡Habichuelas mágicas! ¡Ja, ja, ja!


Pero el oso también se reía. 
– No ha sido malo el negocio de las habichuelas … Porque este dinero que me ha dado el lobo es más de lo que vale la vaca. 
Me dan ganas de celebrarlo. Prepararé la maleta. ¡Jo, jo, jo!


Buenas tardes, vecino lobo. Salgo de viaje. 
- ¿Vas a comprar el azadón? 
¿el abono? ¿el rastrillo? 
Pero el oso se alejaba diciendo:  
- No. Y debo decir que la vaca no da leche. Y que tiene mucho apetito. Necesita comer forraje abundante tres veces cada día, sin contar la merienda, ni otras comidas extras.


El lobo empezó a pensar que el negocio no resultaba tan bueno como creyera al principio. 
Había gastado su dinero en vano. Ahora, tenía una vaca que no servía para nada. Y, además, comía muchísimo.
No fue esto lo peor. Porque aquella misma tarde con gran sorpresa, se vio detenido, y acusado de ladrón. ¿Eh? 

Si. Porque aquella misma vaca, con aquella misma cuerda, le había sido robada al alcalde por un ladrón desconocido.



El lobo tuvo la ocasión de reflexionar por lo sucedido. Había intentado engañar, pero resultó engañado él mismo. Por aquella causa, recibió como resultado su castigo merecido.


Fin

Por supuesto que es un colorín colorado pero no sabemos cómo terminará el lobo luego del final. El lobo necesita abogados ya!

La historia no puede terminar así, el protagonista merece demostrar que él no fue el ladrón que se llevó la vaca del alcalde. El oso tiene que ser interrogado ya que es muy sospechoso y posiblemente él sea el ladrón. 

El lobo debe salir de prisión y decir que fue estafado por una vaca que no sirve para dar leche y que encima es robada. El oso al final resultó ser un estafador muy hábil haciéndose ver como si fuera un tonto y que en realidad no lo era. Una vez que el oso sea interrogado, estamos seguros que el lobo va ser absuelto de las acusaciones y demostrará su inocencia. 

Esta lección le llevará a reflexionar al lobo y cambiar su forma de actuar y dejar de engañar a los demás. Sin duda este cuento es muy bueno porque nos deja una buena lección que nos servirá para siempre.


    

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