sábado, 15 de diciembre de 2018

Cuento Aventuras de un osito

Este lindo cuento es tan sencillo de entender tanto para niños como para adultos, un argumento en donde nos cuenta la aventura de un pequeño osito tuvo que pasar al salir del zoológico donde vivía y en el bosque logra sobrevivir al encuentro con un malvado oso. 
    
La trama puede atraparte rápidamente si te encanta leer cuentos de animalitos, ya que por lo general hay muchas historias de ese tipo. El pequeño osito representa al típico niño travieso que sale de casa.

El cuento nos deja la moraleja de que los niños están más a salvo en su casa con sus padres que afuera donde hay peligros inimaginables, salvo algunas excepciones en el cual en la casa está el peligro.


En el gran parque zoológico, donde había nacido, vivía con su mamá el osito de nuestro cuento. Todos le mimaban y querían. 
Le habían regalado una linda gorrita y la más hermosa casaca con adornos dorados, de los cuales se sentía muy orgulloso.


Pero este osito, alegre y juguetón, sentía un gran deseo de aventura. Y un día, aprovechando la ocasión en que vio abierta la puerta del zoológico, salió por ella y escapó a todo correr. No se le ocurrió pensar que mamá osa, al saberlo, iba a sufrir mucho por su ausencia.


El osito no paró hasta llegar al bosque. Allí, se divertía arrojándole piedras a los pajaritos y quitándoles a las abejas su miel. En una de esas resbaló y cayó al río. Fue así que todos los habitantes del bosque se rieron al ver el aspecto del pequeño osito.


El pequeño osito se lamentaba de su primer accidente, y fue entonces cuando el sabio búho le dijo: 
- ¡Eh, jovencito! A usted le digo … al de la gorra. Hizo muy mal en escaparse de su casa. Ahora su mamita está muy triste, y hay en el bosque peligros que usted ni siquiera sospecha.


Entonces, se oyó una poderosa voz. 
- ¿Peligros, dijo? Ja, ja, ja, ja … Soy el oso grande y fuerte, por eso soy el dueño del bosque. ¡ja, ja! … 
Ya veo que ha llegado un osito pequeño y despreciable. Dime: ¿Quién eres tú? 
El osito temblaba. No acertaba a hablar. 
El oso grandón exclamó con gran vozarrón: 
- Bueno, además de pequeño, es mudo … Me da igual. Porque no van a quedar de él ni siquiera las orejas.

El osito estaba arrepentido por haber abandonado su casita, donde tan bien vivía. Comprendió recién que ahora sí corría grave peligro.


Entrégame enseguida esa casaca y también esa gorra. A ti ya no te harán falta. 
El osito se vio despojado en un instante de las dos prendas que tanto le gustaban, y se echó a llorar. Entre sus lágrimas, advirtió que grandón se acercaba empuñando un grueso garrote.


Echó a correr el pequeño. Pero el oso le perseguía, mientras así le decía: 
- No me hagas correr tanto, porque se me cansan las piernas … ¡En castigo, te voy a dar cuatro golpes en lugar de dos, rugía amenazante. 
Pero el osito corría más y más deprisa …


Llegaron a un lugar donde un grueso tronco servía de puente para cruzar el precipicio, y grandón rió triunfalmente. 
– Arrojaré el tronco al barranco, y tú caerás junto con él. ¡Hasta la vista, señor osito! 
Pero, antes de que llegara a hacerlo, lo cogieron prisionero varios cazadores que venían persiguiéndolo hacía ya bastante tiempo.


El osito recuperó su gorra y su casaca, y se olvidó de sus afanes de aventuras. 
Se encaminó presuroso a su hogar, donde mamá osa estaba impaciente por su regreso. 
- ¡Qué bien es estar en casa, mamita!
Mamá osa lo acarició, en tanto que sus labios decían una gran verdad …
“En ningún sitio están los pequeños mejor que con sus padres”.


Fin





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